Auditoría, el espejo de la economía
La auditoría es el fiel reflejo de la economía Su evolución suele seguir tendencias paralelas al ciclo económico. A diferencia de otros sectores anticíclicos que tienen capacidad para orientarse más al exterior o
diversificar, sólo crece cuando aumentan el número de empresas.
O viceversa, como ha sucedido en esta crisis. En 2008 se realizaron casi 69.000 informes de auditoría, 10.000 más que en 2015. Seguramente no nos equivocamos demasiado si dijésemos que, en términos netos, ese es el número de empresas grandes y medianas que han desaparecido o que, fruto de la caída de sus ingresos, han pasado a ser pequeñas compañías. Aunque hay firmas de dimensión mundial, el auditor está poco internacionalizado. No ha vivido, por tanto, la revolución experimentada por la industria -aunque sí la ha acompañado-.
Por otra parte, a pesar de la importancia de la tecnología, el sector todavía no ha sufrido una transformación digital tan aguda como la de los medios de comunicación o el comercio.
Sin embargo sí que está teniendo su propia revolución. Los profundos cambios normativos que ha vivido están
generando un ’cambio climático’ de tal envergadura que nadie se atreve a aventurar cómo será su futuro.
Sabemos que la dimensión y la lucha por el talento serán vitales y que la economía seguirá necesitándonos
para atraer inversión. Pero está por desarrollar el modelo de negocio que permita alcanzar los requisitos exigidos por la legislación; los niveles de calidad necesarios; y, al mismo tiempo, competir con unas tarifas que en nuestros vecinos europeos son del doble o el triple.
España es uno de los países a los que más afecta esta revolución normativa. Nuestro problema más importante es la inseguridad jurídica. La lista de temas a los que afecta es larga.
Pero si tuviese que elegir uno, pensaría sin dudarlo en el concepto de independencia. Aparentemente, lo que se ha intentado es poner los estándares de independencia al máximo nivel. Aunque había varias alternativas, el ICAC y el Ministerio de Economía han optado por una vía que se puede considerar inapropiada, pero que es legítima y, sobre todo, muy difícil de cumplir. Sin embargo, para buscar el equilibrio necesario, la ley debería
haberse distinguido por defender con ese mismo rigor la independencia del supervisor del poder político, tal y como ocurre en la mayoría de los países de nuestro entorno.
Fuente: artículo publicado en el especial de Auditoría de Expansión por Mario Alonso Ayala, Presidente del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España